Tan asombrados como estamos muchos ciudadanos del mundo por la buena noticia del momento, y concerniente a la
espectacular operación militar que llevó a la liberación de quince ciudadanos secuestrados que llevaban años en la selva, asimismo estamos algunos de nosotros un tanto o más perplejos por los múltiples homenajes públicos y premios destinados a la célebre secuestrada del numeroso grupo de víctimas.
Una mujer tenaz, eso sí, por el sólo hecho de luchar por su propia sobrevida, como lo hizo por el lapso de casi siete años de su infame cautiverio. Pero…, ¿merece por eso el
Premio Nóbel de la Paz?, ¿o la medalla de honor de la
Legión Francesa?, ¿o eso la califica para ser el
próximo presidente de Colombia?, ¿cuáles son los méritos o logros para la humanidad o nuestro país que distinguen a
Ingrid Betancourt de las demás víctimas del secuestro o de la violencia, al nivel de destacarla como una heroína mundial?, ¿cuál es su obra?

Porque uno podría barajar cualquier cantidad de nombres de ilustres colombianos y colombianas que son admirables, y que sí han hecho verdaderamente méritos para ser condecorados, o ser considerados héroes.
Clara González de Rojas por ejemplo se ha ganado el respeto y admiración del pueblo colombiano a puro pulso, por haber sido tan digna en su lucha por la libertad de su hija y
su nieto, por ser honesta, y por respetar de manera genuina, pero sin ambigüedades, el derecho de los secuestrados a ser libres. Estaban en juego la vida de su hija y de su nieto
Emmanuel, un niño de historia milagrosa.
Lo hizo sin caer en el facilismo de utilizar las influencias del poder, poder que no tenía, y desde una situación personal de humildad socioeconómica y política, y aún así logró sacar a la luz el drama del secuestro de tantos otros, ignorados precisamente a raíz del
show de infamias montado por la madre de la
Betancourt, Doña Yolanda Pulecio y su amiga íntima, la senadora
Piedad Córdoba,
alias Teodora Bolívar, dicen por ahí. Coadyuvadas en la injuria contra la nación por los presidentes
Hugo Chávez de Venezuela, Rafael Correa de Ecuador, Cristina de Kirchner de Argentina, Nicolás Sarkozy de Francia, y sus múltiples
comités de payasos activistas y ONG’s asociadas.
Más merecido aún se tendrían cualquier premio el presidente colombiano por tomar el riesgo de tan difícil decisión, como la de autorizar semejante operación militar; más aún lo merecerían quienes la planificaron en primer lugar, y mucho más aún, los héroes anónimos que ejecutaron la misión, y los infiltrados que conviven al día a día con la infame guerrilla, haciéndose pasar por uno de ellos. Por no hablar de los miles de policías y soldados que han sacrificado sus vidas en nombre de la defensa de las instituciones nacionales, o los que han padecido mutilaciones, lo que no ha sido obstáculo para
clamar activamente por la liberación de sus compañeros de armas.
Y dejando de lado a los héroes de guerra, están los verdaderos héroes de la paz. El ya hace varios años fallecido padre
Rafael García Herreros por ejemplo, el mismo que se inventó
“El Minuto de Dios”, obra que le ha dado miles de casas a los más humildes. O el padre italiano
Javier de Nicoló, quien apenas llegó a
Colombia apadrinó a miles de niños de extracto campesino humilde. O
Jaime Jaramillo, un ciudadano del común que no aguantó más el espectáculo degradante de niños viviendo a la intemperie y bajo el más sórdido abandono estatal, y que a diferencia de muchos de nosotros, decidió hacer algo al respecto.
Dice un adagio,
“Por sus obras los conoceréis”. Por ende, el espectáculo montado alrededor de la
Betancourt es simplemente degradante.
Hay ciertos honores, que cuando uno no se los ha ganado, en vez de enaltecerlo a uno, terminan por degradarlo. Quizás la opinión pública esté algo
“hipnotizada” por el hit mediático del momento, o porque la
Betancourt al contrario de sus seguidores y familiares, ha agradecido públicamente al presidente
Uribe y a las fuerzas militares por su rescate. Pero estar a favor de la política de seguridad democrática del presidente
Uribe, como lo estamos la gran mayoría de colombianos, es una cosa, y otra muy distinta, es ahora alabarla
a posteriori so pretexto de reconocer hechos evidentes para obtener réditos políticos.
Y por qué no, es un acto de oportunismo, porque la
Betancourt ahora alaba también a
Sarkozy por una libertad que no fue gestada por él, ni por sus allegados. Es más, él
se opuso a la política colombiana de la seguridad democrática, y por extensión al rescate militar, y movió todas sus
influencias para impedir que un rescate se llevara a cabo. La medalla de
“honor” que recibirá la
Betancourt, a cambio de las alabanzas a favor de este
impopular presidente francés -así lo indican las encuestas locales- es bajo tales circunstancias, un acto cínico e hipócrita.
Sarkozy con su agenda política encaminada a recuperar prestigio y credibilidad a costa del bienestar de
Colombia fracasó estruendosamente. Así de sencillo.
Aún estamos esperando las disculpas oficiales del gobierno francés, y de los comités franceses afectos a la
Betancourt, por injerir indebidamente en la democracia de nuestro país, y por confabular en contra de la seguridad nacional de
Colombia. Aún esperamos
que el gobierno de Dinamarca defina sí es o no su política proteger a colaboradores del terrorismo. Aún esperamos que la evidencia hallada en los
PC’s de alias Raúl Reyes incriminando a los presidentes Correa del Ecuador y Chávez de Venezuela, sea evidencia más que suficiente para una condena mundial por promover el terrorismo.

Y si no lo fuere, las declaraciones públicas de estos despreciables líderes políticos en contra de nuestras instituciones debieran ser evidencia autoincriminatoria suficiente. Pero más aún, esperamos el gesto ahí sí gallardo de la
Betancourt, condenando todos estos hechos, si verdaderamente es tan imparcial, y si verdaderamente es la líder que pretende ser. Pero contra más tratan de no parecerse los unos a los otros, más parecidos terminan siendo. Seguramente la
Betancourt dirá que
"todo esto ocurrió a sus espaldas", parafraseando de manera irónica a su antagonista de antaño, el ex presidente colombiano
Ernesto Samper Pizano, cuando se lavó las manos cual
Pontius Pilatus en el
Proceso 8.000. ¿Heroína francesa o vedette oportunista? Más claro no canta un gallo.
Pero héroes hay, y muchos. El
Capitán Julián Ernesto Guevara de la
Policía Nacional por ejemplo, quien murió por enfermedades sin tratamiento médico tras más de siete años de secuestro, y su madre
Emperatriz, quien aún espera por la devolución de su cadáver, para darle cristiana sepultura. Y cómo olvidar al
Intendente Luis Hernando Peña Bonilla, quien fue fusilado en el Caguán por orden de alias
Mono Jojoy y de alias
Martín Sombra, al parecer porque
padecía de trastornos mentales que lo "hacían peligroso" para la guerrilla, según testimonio del recién liberado
Subintendente de la Policía, Armando Castellanos Gaona.
Su madre
Leonor, tampoco ha podido darle cristiana sepultura porque
una vez más no le han entegado el cadáver de su hijo. Que mi Dios los reciba con honores en el cielo, y llene de bendiciones y consuelo a éstas y tantas familias colombianas, en estas horas aún muy dolorosas para la patria. Y por patria entiende uno al inmenso país compuesto por colombianos del común. Una patria de verdaderos héroes de carne y hueso, no un lugar artificial de ultramar que idolatra a una vedette afrancesada, y en donde todo lo que huele mal se disimula y enmascara con sofisticados perfumes. THL
ARTÍCULOS RECOMENDADOS: Hay más de un blogger analizando los pros y contras del impacto mediático de la liberación de Ingrid Betancourt, y la actitud de los grandes medios, sin que necesariamente las opiniones y argumentos sean coincidentes con lo expresado en este artículo. Pero se trata de reflexiones muy bien sustentadas y ampliamente debatidas.
En el blog
Club de Artes y Letras, de
Laura García:
Algunos apuntes sobre el espectáculo mediático del momento: la liberación de Ingrid Betancourt – “Por favor no me crucifiquen por decir esto, pero hay que decirlo: el cubrimiento de la liberación de Ingrid Betancourt, ha sido exagerado y casi escandaloso. Voy más allá, creo que todo su secuestro tuvo un cubrimiento vergonzosamente exclusivista. Ella no es ni la única, ni la más importante de los secuestrados por las FARC, pero se le dio prácticamente ese estatus.”
En el blog
¿Comunicación?, de
Víctor Solano:
La liberación de Ingrid opaca el rescate de los demás – “Tristemente, hasta en las condiciones extremas, unos tienen más poder que otros. Los medios hasta ahora sólo han / siempre han hablado del rescate de la ex candidata a la Presidencia, Ingrid Betancourt y en segundo plano de los tres estadounidenses y los “otros” 11 miembros de la fuerza pública”.
En el blog
Desde mi Caribe Colombiano, de
Ricardo Buitrago:
Únicos artífices de la exitosa liberación – “Como no hemos podido quitarnos el estigma del subdesarrollo y algunos desde el interior, coadyuvan a ello, desde fuera, oportunistas, aprovechando esa circunstancia parecerían aplicarnos la injusta apreciación de que todo lo del pobre es robado. Por eso ahora, más de uno quiere abrogarse para sí los méritos de la exitosa operación de rescate, que condujo a la liberación de quince secuestrados en poder de las FARC.”
En el blog
Liberal Colombiano:
El postoperatorio – “Sospecho que Uribe podría terminar ofreciéndole [a Ingrid] la Cancillería o como mínimo la Embajada en Francia. O incluso ser Comisionada de Paz. Ingrid salió más uribista que José Obdulio, elogiando la reelección y a Uribe. Sabe que si quiere ser presidente simplemente no puede irse de frente, al estilo PDA o Partido Liberal, contra un presidente con 90% de aprobación. Sería un suicidio político”.