Cuando los políticos de cualquier país dado pertenecen a una minoría de opinión en su localidad, y por avatares del destino, encima de todo tienen que enfrentarse a un líder que goza de la gran mayoría del apoyo popular, suelen desestimar dicha
”popularidad” con el argumento de la fuerza de la razón, y por encima de cualquier otra consideración. Al fin y al cabo, han existido muchos líderes mundiales muy populares, y que a la poste han resultado ser muy dañinos para sus pueblos, y para la democracia. Algunas veces las nefastas consecuencias de sus acciones hasta conllevan guerras, dictaduras, miseria, epidemias, sequías, muerte, destrucción del medio ambiente, y demás males bíblicos de antaño.
Y tienen razón. No siempre popularidad, implica legitimidad. Pero estarán muy equivocados quienes piensen que estoy hablando del presidente colombiano, aunque si lo haré sobre
Colombia, pero más adelante. No es así. Hablo del candidato demócrata
Barack Hussein Obama Jr., el que según las encuestas norteamericanas, es un fenómeno electoral y político. Para algunos representa la nueva alternativa a los
“antiguos abusos y desusos del poder”. La renovación de la clase política norteamericana, o la
“sangre fresca”, destinada a reemplazar a
George Bush, el actual presidente de los
Estados Unidos, y que a diferencia del primero en cambio, brilla por
romper todo récord precedente de impopularidad.
¿Y qué cosas impopulares ha hecho
Bush últimamente? Pues nada más ni nada menos, que decir públicamente, y ante el
Parlamento de Israel durante una visita de
Estado, que
“él [Bush] no cree que la gente [en Estados Unidos] conozca lo suficientemente bien a Obama, y que no se explica por qué hay tantos que lo apoyan”. Y es que créanlo o no,
Bush hacía una reflexión legítima ante los herederos sobrevivientes del holocausto judío. Algo así como que antes y durante la
Segunda Guerra Mundial, mucha gente opinaba que había que
“dialogar con Adolf Hitler, porque de seguro así podían convencerlo de que lo que estaba haciendo, no estaba bien”, y quizás la guerra y sus nefastas consecuencias hubieran podido evitarse. ¿Qué habría pasado si les hubieran hecho caso?, se preguntaba.
Sin embargo los grandes medios destacaron otros apartes muy similares, aunque dejando un poco de lado la esencia del mensaje.
El Mundo de España por ejemplo, titulaba:
“Bush dice que hablar con Ahmadineyad es como haberlo hecho con Hitler”. Pero leer este titular, sin conocer el antecedente de la razón que llevó al contenido del titular anterior, es simplemente destacar un segmento del mensaje sin el contexto adecuado, y hacerlo ver [a
Bush] como si en vez de dar una opinión política, estuviese lanzando un ataque sin sentido. Y es que
Obama lo dijo claramente, que el dialogaría de “tú a tú” con los líderes de regímenes absolutistas y extremistas -en otras palabras-, como los de
Corea del Norte, Venezuela, Irán y otros, pues está convencido que
“hablando todas las cosas se arreglan”.
Ese es en esencia el gran cambio que propone
Obama a la compleja artimaña de amenazas contra la estabilidad mundial. En cierto modo, pretende así alegar, que es él precisamente, quien posee la fuerza de la razón. Una especie de elegido, por el estilo de
"Neo" (anagrama de ONE) de la trilogía
Matrix, capaz de producir el cambio socioeconómico que tanto anhelan sus seguidores, y como reza el lema central de su estrategia electoral,
“Change”, el famoso eslogan de su campaña. A la crisis económica y de petróleos, seguramente respondería restringiendo el comercio con otras naciones, y por supuesto, también dialogando, por lo visto. Parece pupilo del expresidente colombiano
Andrés Pastrana. El que es visto por algunos como el nuevo
John F. Kennedy, lamentablemente no recuerda que su mítico predecesor se distinguió por saber cuando puede y debe dialogarse, o cuando el interlocutor y antagonista político, está poseído por la sed de conquista y ambición. Imaginémonos sólo por un momento, qué hubiera pasado si ante la grave
Crisis de los Misiles en Cuba,
Kennedy hubiera respondido con un intento de diálogo con
Nikita Jrushchov…, antes de bloquear militarmente los barcos soviéticos cargados con ojivas nucleares en el
Caribe.
Ahora que ya está madura la idea, pasemos al plano nacional.
Rafael Pardo Rueda, un brillante ex
Ministro de Defensa de Colombia, que
opina en su columna de El Tiempo sobre el cómo no debieran utilizarse las informaciones del PC de alias
Raúl Reyes, las mismas que fueron
declaradas como auténticas por la INTERPOL el día de ayer:
“Al parecer, el Gobierno considera que el éxito de la lucha contra las Farc estaría comprometido mientras territorios de Ecuador y Venezuela estén a disposición de este grupo armado.(..) Es razonable esta apreciación del Gobierno. Lo que no es razonable es el método seguido para cortar los apoyos y lazos de las Farc en estos países. La vía de filtrar informaciones que comprometen a Chávez y a Correa con las Farc no ha hecho que los lazos de este grupo armado en esos países se corten, sino que ha provocado que las relaciones se deterioren de manera grave.”
Palabras más, palabras menos,
Pardo pretende evitar olímpicamente el grave tema de la carrera armamentista de
Venezuela, denunciada hasta el cansancio en este blog, y de alguna manera también sugiere el diálogo diplomático, o dicho en otras palabras, una especie de
“coman callados”, para mantener buenas relaciones con los vecinos beligerantes. Por supuesto, en defensa del ex ministro hay que decir, que apoya la lucha antisubversiva del gobierno en muchos aspectos, pero ante las graves evidencias que incriminan a
Chávez y Correa en un complot de éstos contra las instituciones legítimas del gobierno, y por ende en contra del pueblo colombiano, sugiere
“pasar de agache”. Es lo que llaman en
Alemania “Die Vogelstrauss-Politik”, o la
“política del avestruz”, en español. Es interesante anotar, que en mi opinión,
Pardo es un político honesto. De pronto ya no es tan brillante como antes. El tipo es hasta buena gente.
Y
Obama también lo es.
Pero si es que hasta parece que Bush y Obama están emparentados, y este tipo también tiene carisma sin duda, por algo le va ganando a la
Clinton, que resultó con parentescos menos políticos, pues parece ser familiar de la cantante
Madonna, pero bueno, esposa de expresidente. Todo eso está muy bien. Pero…, ¿debe un presidente defender a su nación cuando está bajo ataque, o debe dialogar?
¿Debemos someternos para que los venezolanos nos compren yuca, plátano y arroz, y los ecuatorianos compren dentífrico y betún colombianos? ¿Tienen
Correa y Chávez la potestad de atacarnos y amenazarnos, y nosotros el deber de callar? ¿Qué es más costoso? ¿Ignorar los
archivos verificados por la INTERPOL, y
“hacernos los pendejos” con los graves crímenes ahí denunciados? ¿O seguir escuchando por la tele las amenazas y calumnias
"bolivarianas" diarias contra nuestro país? Porque hay muchos colombianos, aunque sean minoría, que comparten la postura de
Pardo, y de acuerdo a la cual:
“Poner a Chávez o a Correa contra la pared no mejora la seguridad local”.
Afortunadamente en el caso de
Colombia, el presidente
Álvaro Uribe Vélez tiene la legitimidad de la razón, y la legitimidad que da el representar a la mayoría en cuanto al interés popular. Tiene ambas cualidades. Hubiera podido ser completamente al revés, como en
Venezuela. O sólo lo uno, y no lo otro, como en
Estados Unidos, actualmente. Pero he ahí el meollo del asunto, a veces las dos cosas van de la mano, para bien. Pero, por si todo esto no fuera suficiente, escuché decir por ahí el otro día que,
“La verdad os hará libres”. THL
ACTUALIZACIÓN 28/05/08: Interesante artículo relacionado con este tema - Editorial de
EL TIEMPO:
Obama y Colombia - "Sea estrategia o compromiso con Colombia, el discurso de Obama ratifica que, en el tema de seguridad, la política de Washington sería más de Estado que de gobierno".