Si, los grandes medios de comunicación colombianos lo saben. Ayudaron a entronarlo como emperador. Relegaron a miles de colombianos de bien, al rol de “apátridas” u “opositores de la democracia”, por el simple hecho de cuestionar al gobierno y sus políticas. Dividieron al país en buenos y malos, en quienes están con el presidente, y quienes no están con él. Pero ahora están disconformes con la adaptación del nuevo “código civil”, o a lo sumo con la adaptación del “código napoleónico” que nuestro presidente ha venido instaurando desde que inició sus labores en “su puestico de presidentico”.
Lo malo no es que Uribe sea el presidente. Al fin y al cabo, se dice que “la voz del pueblo es la voz de Dios”. Si la mayoría de los colombianos, por ende, creen que Uribe es quien representa mejor sus intereses, y por eso lo eligieron, pues entonces los que no somos uribistas, pero nos definimos como demócratas, debemos acatar dicha decisión. Otra cosa es la oposición leal, y dicho sea de paso, necesaria, de los colombianos que no nos identificamos con el presidente, ni en lo personal, ni en lo político, ni siquiera en la ética de su filosofía política, si es que esta existe siquiera. Valga decir, que con o sin los 300.000 votos fraudulentos del Magdalena, que la Revista SEMANA dice que ayudaron a elegir a Uribe, de todas maneras hubiera sido elegido presidente. La legitimidad de una elección, se basa en el poder popular que elige, no en las interpretaciones surrealistas de los medios de comunicación. Para bien o para mal, esas son las reglas de la democracia.
Otra cosa muy distinta es el papel de garante y vigilante del “cuarto poder” de los medios de comunicación. Primero los medios alentaron la idea de que sin Uribe, el país estaba perdido. Luego propagaron la idea de la necesidad de una continuación de su mandato, y apoyaron tácitamente no sólo la reelección, sino también las políticas de seguridad democrática y el TLC, entre otros. Olvidaron su papel de vigilantes y garantes de la democracia, y ahora, casi cuatro años después de un matrimonio exitoso, surgen algunas dudas legítimas y cuestionamientos sobre el gobierno, que debieran ser un ejercicio natural de la libertad de expresión y de opinión, como en los gobiernos europeos y norteamericanos que tanto han emulado Uribe y los medios, en lo que les conviene, claro está. EL TIEMPO, por ejemplo, en su editorial del 13 de abril, defiende la libertad de expresión y el papel de “cuarto poder” de los medios, y luego sin embargo, reanuda de forma abiertamente descarada su compromiso por ayudar a reelegir al presidente:
“En una maratón de entrevistas radiales y televisivas entre el lunes y el miércoles santos, el Primer Mandatario se fue lanza en ristre contra la revista Semana, a la que tachó de mentirosa, y contra el papel de los medios.(..) Los reyes de la antigüedad, cuando llegaba un mensajero con malas nuevas, tenían la peligrosa costumbre de matarlo como reacción a las noticias que llevaba.(..) Bien haría un hombre íntegro y que sigue siendo la mejor opción para presidir a los colombianos en reconocer que el problema no es el mensajero sino las noticias que porta.”
Pero bueno, casi todos los Santos, al fin y al cabo, de diversas maneras han apoyado este gobierno desde el principio. Sólo Juan Manuel Santos se subió en último minuto al “tren de la victoria”, cuando intuyó la veracidad de las encuestas electorales.
Sorprende en cambio el hecho de que la Revista CAMBIO haya sido una de las fuentes de denuncia de los líos del funcionario Noguera al interior del DAS. Para nadie es un secreto que el director de la revista, Mauricio Vargas, ha apoyado de manera abierta y franca a Uribe, y que dicho apoyo aparentemente “irrestricto” le han valido críticas mordaces de muchos analistas de los medios, incluyendo esta página del OIMC. Esta vez, sin embargo, ha decidido no dar declaraciones al respecto de este lío, al menos por ahora. Así se evita la ambigüedad y contradicción del doble discurso, y valga decirlo, no es hipócrita como sus nuevos jefes de EL TIEMPO.
El OIMC quiere destacar la columna de Javier Darío Restrepo, periodista de EL COLOMBIANO, periódico antioqueño por excelencia, valga la aclaración, como el único periodista capaz de atenerse a los hechos para criticar y demandar la verdad sobre los hechos:
“.(..).Son hechos indicadores de una dirección que el señor Presidente y los suyos consideran buena: la de utilizar todos los medios de lucha para ganar la guerra contra la guerrilla, como si el fin -acabar con la guerrilla- justificara los medios. Los protagonistas de estos episodios aparentemente consideran buenas y necesarias sus actuaciones, convencidos de la necesidad de eliminar, como sea, al enemigo. Una justificación parecida a otras, como la que movilizó la Operación Cóndor en el sur del continente.(..).”
¿Impacto sobre las elecciones?
Probablemente Uribe sea reelegido, con Noguera o sin él. Si eso es lo que quieren la mayoría de los colombianos, que así sea. Pero el derecho a disentir de los no uribistas no es sólo un derecho sino una necesidad, si es que algún día aspiramos a salir del periodo de la “patria boba”.
Desde ese punto de vista es loable que SEMANA haya despertado de su letargo periodístico. Porque es muy importante analizar los hechos, cosa que los periodistas de SEMANA siempre han hecho bien. Pero si no se es claro primero, cuales son los hechos, es inútil el análisis, por sofisticado que sea.
Y es en ese sentido, que el OIMC destaca como positiva la actitud de su director, Alejandro Santos, y de SEMANA, de reaccionar ante la intimidación del poder presidencial como una sola voz.
Irónicamente, los medios pusieron al país a hablar del presidente como tema principal de nuevo, y no de sus opositores. La agenda, de nuevo, y como lo señaló el OIMC en su artículo inaugural del 1 de marzo, llamado Las sugerencias electorales de los periodistas, le da el protagonismo al candidato-presidente. Y va a ocurrir lo que ya muchos de nosotros sabíamos. El país va a votar masivamente a favor del presidente, y una importante minoría, pero minoría al fin y al cabo, en contra de él.
Pero nadie va a votar por Serpa, Gaviria, Mockus o Parejo, porque sean los mejores candidatos, si acaso, los pocos colombianos que voten por ellos lo harán así por ser opositores de Uribe, nada más. Con razón, y gracias a la estrecha colaboración de los medios, el presidente actual no tiene ninguna necesidad de arriesgarse a debatir con los otros candidatos. Y ahora menos.
El unanimismo, señoras y señores, está más vivo que nunca.
Dios salve la patria.
jueves, abril 13, 2006
Cuestionar al presidente para luego reelegirlo
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1 comentario:
Me gustó mucho su post. Este blog tiene temas muy interesantes, felicitaciones.
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