domingo, abril 30, 2006

Sembrando odios


Si los medios de comunicación normalmente les sirven a los políticos para darse a conocer, para hacer oposición política, o para responder a los cuestionamientos de la agenda pública política, a Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, y compañía, sólo les ha servido para sembrar dudas sobre la legitimidad de sus gobiernos.
En una primera instancia, los críticos de cualquier gobierno, basan el calificativo de “gobierno legítimo” en el hecho de que el gobernante haya sido elegido mediante unas elecciones democráticas, y sin mayores escándalos de “ilegitimidad” por el uso de artimañas electorales. Si fuera tan sólo eso, Chávez podría seguir pavoneándose de unos triunfos electorales legítimos, y sería incuestionable, como cualquier otro gobernante de Latinoamérica o del mundo, que hubiera accedido al poder sin trampas.
Pero la legitimidad es algo más. Es el apego a la constitución, a las leyes y al progreso real de la nación que se pretende regir. Desde ese punto de vista, puede decirse que no basta con ser elegido democráticamente. El compromiso moral, ético y político para con los gobernados no termina al ganar las elecciones. Todo lo contrario. Ahí empieza.
Venezuela se está desmoronando, y en vez de encaminarse su sociedad a un proyecto amplio de integración social, se está dando origen a un conflicto y lucha social de clases que antes no existían. Las clases sociales venezolanas menos favorecidas, hambrientas por una sociedad más justa y equitativa, se están comiendo el cuento de que tendrán un mejor nivel de vida con los chavistas. Modelos de desarrollo "revolucionarios" donde el estado y su burocracia crecen como monstruos, a la larga imposibilitando un modelo económico y político sostenible a largo plazo. Modelos cuyos fracasos han sido probados en el mundo entero. Hasta Rusia y los demás países de la otrora gloriosa Unión Soviética han abandonado este modelo de desarrollo. Hartos como deben estar los venezolanos, de la terrible corrupción de los gobiernos anteriores al de Chávez, están optando por un modelo aún más corrupto y de consecuencias imprevisibles.
No hay que hacer un doctorado en ciencias políticas para saber que los EEUU siempre han hecho prevalecer sus intereses, no sólo aquí, sino en el mundo entero. Pero tampoco hay que poseer más que un precario conocimiento de la historia política de Latinoamérica, para darse cuenta de que el discurso antiyanqui está mandado a recoger, y no es la solución.
Una cosa es la decisión radical de aislarse del mundo y pretender que las superpotencias no existen, que en últimas equivale a negar la historia. Y otra cosa es, tratar de negociar las mejores condiciones posibles para el libre comercio, la salvaguarda de la soberanía, o la necesaria pero hasta ahora muy inefectiva integración latinoamericana. Los latinoamericanos honestos quieren lo segundo, bien sean de izquierda o de derecha.
Es legítimo, y necesario por tanto, que los ciudadanos de países como Colombia, Perú o Ecuador exijamos de nuestros presidentes no hacer concesiones comerciales innecesarias, o apresurarse a firmar tratados de libre comercio mal elaborados y que no tienen en cuenta las necesidades básicas de la mayoría de sus pueblos.
Pero no negociar tratados con la primera economía mundial, en un mundo cada vez más globalizado, y fomentar el resentimiento y desconfianza entre las clases sociales de una nación, en vez de fomentar su integración, es fomentar la pobreza, violencia y desorden institucionales. Y en esa medida, Chávez está cambiando el bienestar de una nación antes próspera por la egolatría de su imagen de caudillo político, que aspira a ser reconocido como un líder del cambio en Latinoamérica.
Venezuela: Nación que todos envidiábamos, no sólo por sus riquezas naturales, sino por su música, sus espectaculares y bellísimas mujeres, y por su estabilidad política, a pesar de las numerables dictaduras militares, que fueron mucho más benignas que las de los demás países.
La propuesta de Chávez de hacer volar sus propios pozos de petróleo, si los gringos dieran señas de una invasión, o más grave aún, el proyecto de entregar armas a la población civil en caso de una hipotética invasión, y que en realidad serviría para dar origen a grupos armados guerrilleros venezolanos, del estilo de las FARC, en caso de que Chávez ya no esté en el poder, son algunos de los "logros" funestos del liderazgo chavista. O más grave aún, apoyar el desarrollo de la bomba nuclear de Irán. Si claro, ningún país, incluído los EEUU debería tener ese poder.
Eso ya lo sabíamos. Igual es demagógico y peligroso alentar el poder nuclear de naciones que son un peligro inmediato para la paz mundial, incluso para Venezuela.
La política del gobierno venezolano, del cual Chávez es su cabeza más visible, pero no es el único integrante, consiste en el fomento de una guerra civil al interior venezolano de consecuencias imprevisibles.
Más allá de los innegables pecados capitales del “Tío Sam”, la de Chávez es una política del odio, que fomenta abiertamente el uso ilegítimo del poder político, que le otorgó su pueblo con fines muy distintos. Es un engaño a su pueblo.
Es un engaño incluso al ingenuo líder cocalero, y ahora presidente de Bolivia, Evo Morales. Por fin llega un indígena al poder, y por desgracia, la historia tampoco será benévola con este gobierno, dando pié a la falsa especulación, de que ni las etnias ni las clases populares son aptas para ejercer el poder. Lo que es completamente falso como generalización, pero cierto en este caso en particular.
El de Chávez es, por ende, un gobierno ilegítimo.

martes, abril 25, 2006

Periodismo light

Emulando el ejemplo de las revistas SEMANA y CAMBIO, y la imparcialidad editorial del periódico EL TIEMPO, el OIMC ha creado la siguiente página de portada principal para nuestro futuro periódico. Estamos seguros que con los probables resultados de la reelección presidencial, y los beneficios latentes del TLC, nuestra voz independiente muy pronto invadirá los hogares latinoamericanos.
HAGA CLICK EN LA IMAGEN PARA AGRANDAR.

viernes, abril 21, 2006

¿El fin de las Chicas Águila?


Machista o no, ¿quién de nosotros, los hombres, no ha soñado con ser el protagonista de uno de los comerciales de la famosa cerveza Águila, “Pásala fácil”? Y más aún, ¿cuántas cervezas no nos han inducido a consumir las chicas Águila al cimentar en nuestra conciencia la asociación indisoluble entre sexo erótico y el consumo de esta famosa bebida alcohólica?
Pues bien. Resulta que con la adquisición de BAVARIA, por parte de la multinacional SAB-MILLER, podría avecinarse todo un cambio en la estrategia publicitaria, que hasta hoy todavía nos induce a asociar la belleza erótica de las exóticas modelos en bikini con esta bebida fermentada.
Quizás algunos de ustedes hayan notado que la cerveza en Latinoamérica ha sido promocionada típicamente con publicidad dirigida a quienes gustamos de las mujeres, pero no al revés.
Hasta ahora, los hombres latinoamericanos hemos aspirado a poseer una de estas mujeres que supuestamente encarnan nuestro ideal de belleza popular. Y hasta cierto punto, las mujeres influidas por estos modelos de la belleza tratan de complacernos a los hombres y “evitan enfrentarse al poder masculino”.
Pero como dice una canción, “cambia…, todo cambia”. En teoría, SAB-MILLER no querrá entrar en conflicto con las mujeres que critican con justa razón el mito de la belleza que les pretende enseñar a valorarse de acuerdo a su capacidad para entablar relaciones con los hombres mediante su belleza como arma única. Es una teoría feminista, de reivindicación de la mujer como un ser que no vale por su belleza, sino “por lo de adentro”.
En teoría, claro está. Porque la verdadera razón es que este tipo de publicidad induce al consumo por parte de los hombres, pero no por parte de las mujeres. No se si lo habrán notado mis lectoras y lectores, pero cuando uno sale con sus amigas, o sus novias, o machuques, o amigovias, o amantes, o lo que sea, la primera opción de las mujeres no es la cerveza, al menos las colombianas. Adicionalmente, la cerveza preferida de ellas, si es que la consumen, son marcas como las mejicanas MODELO o CORONA.
Ante esta perspectiva, si SAB-MILLER quisiera aumentar su consumo entre las mujeres colombianas, tendrían que inventar a los “Chicos Águila”. Pero ello resultaría contraproductorio, por no decir desagradable, para la mayoría de nosotros los hombres. Y podría bajar el consumo.
Por ende SAB-MILLER, de acuerdo a fuentes no-fidedignas del OIMC, tendrá que cambiar la estrategia de vender la idea de la felicidad personal de las mujeres que radica en la belleza, y la de los hombres de poseer a una chica Águila o su equivalente.
Como si fuera poco, la cerveza engorda. Y las mujeres contemporáneas en su mayoría no quieren ser gordas. De nuevo, se contradice el efecto deseado del consumo femenino. Y los hombres también cada vez más tienden al ideal de vanidad del “extreme makeover”, lo que de nuevo nos lleva a la preferencia por otras bebidas alcohólicas.
En conclusión, el mito de la belleza no es rentable para la industria cervecera. Llegará el día en que también deje de serlo para la presentación de noticias, para actuar en una película, y quizás hasta en las telenovelas. La tendencia es a rechazar lo que no se puede ser, o tener, y ya no seguirá siendo, aspirar a ser o tener, lo que no se puede. Al menos en lo básico. Aunque muchos amantes de lo “clásico”, y renuentes al cambio, seguiremos deseando “pasarla fácil”, con una chica Águila…, preferiblemente.

lunes, abril 17, 2006

El trámite divino


Hace pocos meses fue precluído en Italia el caso del ciudadano Luigi Casciolo, de 72 años, en contra del padre Enrico Righi, de 75 años, acusado por Casciolo, de “abuso de creencia popular y sustitución de persona”, al afirmar (y reafirmar) la existencia histórica de Cristo.

Si bien el caso fue archivado por la justicia italiana, nunca se llevó a cabo la “investigación judicial”, para dar un juicio definitivo sobre la “inocencia o culpabilidad” de Righi. Según palabras de su abogado defensor, se consideró simplemente que "la responsabilidad de la falsedad histórica de la figura del hijo de Dios no se le puede atribuir a su cliente, sino a quienes así lo sostuvieron antes que él". Es decir, si uno es medianamente suspicaz, se concluye por lógica que “sí hubo delito”, según la justicia italiana, pero este no se originó a partir de Righi, sino mucho antes, con sus múltiples predecesores. Los “más culpables”, o los “imputados” naturales, en últimas serían los mismísimos doce apóstoles, por supuesto.

Pero más allá del debate histórico y teológico, cabe preguntarse, ¿qué habría pasado si este caso se hubiera presentado en Colombia?

El padre Righi fue muy afortunado de no ser acusado del mismo “delito” en Colombia, pues seguramente la Fiscalía General de la Nación lo tendría aún encerrado en su “bunker”, o en algún calabozo del DAS o de la DIJIN, como parte de una “medida preventiva”, mientras se realizaran las “indagaciones y pesquisas preliminares”.

Entonces el padre Rhigi trataría de interponer una acción de tutela alegando su derecho a la libre expresión, libertad de conciencia, de cultos y al debido proceso, o algo así, en algún juzgado municipal cercano. Aunque dicho fallo sería favorable, en principio, casi inmediatamente quedaría anulado por el fallo de otro juez de alguna otra cabecera municipal, al que su enemigo Casciolo habría acudido unos días después de enterarse de la maniobra de Righi. Dicho fallo contrario diría algo así, como que “el acusado está sindicado de un delito de falsedad ideológica, por tanto no puede ser juzgado al amparo del derecho constitucional, sino del judicial”.

Seguidamente el caso llegaría a instancias superiores. El fallo favorable a Rhigi llegaría a la Corte Constitucional, y el no favorable a la Corte Suprema de Justicia. A Rhigi le tocaría esperar unos meses, mientras las dos cortes en cuestión aclaran cual sería la instancia judicial encargada de dirimir las dos posiciones jurídicas. Y el debate jurídico sería aplazado indefinidamente, porque la Corte Constitucional estaría concentrada en asuntos “más importantes”, como la exequibilidad del proyecto de reelección presidencial a término indefinido.

La Corte Suprema no se quedaría atrás, pues tendría pendientes unos fallos sobre inhabilidades penales y éticas de varios políticos, ávidos por acceder por participar en política, una vez más.

Mientras tanto, Casciolo, convertido de la noche a la mañana en una celebridad por los medios de comunicación, posaría en pelota junto a intelectuales de la talla del ex presidente del Senado Luis Humberto Gómez Gallo, el candidato presidencial Carlos Gaviria, el ex senador Juan Martín Caicedo y el periodista la ‘Chiva’ Cortés, entre otros personajes de la farándula, para un fotorreportaje de alguna revista surrealista. Obviamente sería retratado en un lugar de honor, al lado de alguna modelo tetona víctima del “extreme makeover”, en una escena alusiva a la “Última cena”, de Leonardo Da Vinci (Sepan perdonar mi falta de originalidad).

La cuestión es que habría cierta remezón entre algunos de los católicos que se sentirían ofendidos por la profanación de sus símbolos sagrados, pero ahí si la justicia sería enfática en determinar “el derecho a la libre expresión” del artista. Los medios de comunicación colombianos, dichosos por la “bonanza noticiosa”, empezarían a publicar encuestas, con preguntas como, ¿En su opinión, Dios existe? Otras preguntas más “avanzadas” indagarían, ¿En su opinión, Jesús es una figura histórica, o es un mito? ¿El padre Rhigi es culpable o inocente?

El padre Rhigi, con la ayuda de las voces de los sacerdotes pensantes y opinantes, como el jesuita colombiano Alfonso Llano, trataría de calmar los ánimos entre la gente, y quizás se atrevería a decir algo así como que “todo el problema gira alrededor de la libertad de conciencia, y de credos, pero que lo más importante es llevar una vida al servicio del prójimo, pues así se sirve a Dios, y por ende, ello es más importante que defender su existencia histórica”. Pero la alta burocracia de la Iglesia Católica le recordaría entonces de manera pública, que “queda definitiva y absolutamente cortada toda comunicación hablada y escrita con el público” y, por tanto, los desautorizarían a los dos como representantes de Dios ante los medios de comunicación.
Masas enardecidas de partidarios y opositores se enfrentarían en sendas protestas y huelgas de hambre. Los políticos del gobierno estarían felices, porque en su agenda pública, la defensa de sus programas de gobierno para mejorar el desempleo, combatir la corrupción, y responder por los altos índices de violencia ya no sería su prioridad. Al menos por un tiempo.

A pesar de que sería puesto en libertad unos meses más tarde, algunos “medios masivos de comunicación independientes”, denunciarían el hecho de que Righi aprovechó su tiempo en la cárcel de La Modelo para “evangelizar” ilegalmente (ilegal porque no ha demostrado la existencia histórica de Jesucristo) a sus ex compañeros de celda y prisión, aunque admitirían que la paz y convivencia dentro del penal han aumentado significativamente desde su ingreso.

Se empezaría a especular que Righi es un “hacedor de milagros”, y sus ex compañeros de celda alegarían que él es un “santo”. Los medios se polarizarían a favor y en contra de él. Los periódicos nacionales y revistas de política se unirían para hacer una gran encuesta nacional, con el infalible método “Gallup”, para medir la opinión de la gente.

Pero como pasa con todas las chivas, cuando dejan de serlo, con el pasar inexorable del tiempo el caso Righi perdería interés para los medios, porque alrededor de él no se producirían hechos “sobrenaturales” ni hechos susceptibles de ser controvertidos. Los paparazzi criollos tampoco encontrarían la inspiración suficiente para describir escándalos susceptibles de mantener el interés de la audiencia. El mismo Righi se encargaría de aclarar que es un hombre común y corriente, y que sencillamente ejerce el sacerdocio porque eso es lo que le gusta hacer. Ante la falta de sensacionalismo, de escándalos que contar, ni mucho menos hechos significativos de violencia o corrupción que mostrar en los medios, el caso Righi perdería interés dentro para los medios y su público.

La masa se olvidaría rápidamente de Righi, y por ende también de Casciolo. La mayoría de nosotros nos olvidaríamos de que ellos hubieren existido siquiera, pues ya habría escándalos y chivas mucho mejores que se estarían cocinando entre los medios. Pero quienes hubieren conocido a Righi personalmente, nunca se olvidarían ni de él, ni de sus enseñanzas.

¿Y Casciolo? Bueno Casciolo, siempre podrá contar con Righi, al fin y al cabo, esa es y será su misión mientras exista la historia del hombre.


Dedicado a la memoria del padre Jesús Adrián Sánchez Coy, cura párroco del corregimiento El Limón, de Chaparral (Tolima), vilmente asesinado el 19 de agosto de 2005, y de cuya “existencia histórica”, así como sobre la existencia de su obra consistente en tratar de evitar el reclutamiento de jóvenes en la guerrilla y las autodefensas, no existe controversia alguna.