miércoles, noviembre 05, 2008

Ojalá Obama sea el que dice ser (Editorial)

Largo y tortuoso ha sido el camino para todas aquellas personas que tienen que luchar contra algún tipo de discriminación, unas veces sólo para sobrevivir, otras tantas para hacerse valer como seres humanos con derechos y deberes, como cualquier otra persona. La discriminación tiene matices varios, siendo la racial, la religiosa y la étnica las formas más comunes de todas. Pero ya lo sabemos, se discrimina por cualquier cosa, como género, edad, clase socioeconómica, filiación política, ideal estético, etc.


En ese sentido debe entenderse que el triunfo de Barack Hussein Obama es un triunfo incuestionable contra la segregación racial, y que tanta sangre y sufrimiento ha costado a los hombres y mujeres de raza negra en todo el mundo. Obama fue precedido por otros grandes líderes afroamericanos, quizás mucho mejor preparados que él, tanto intelectual- como políticamente, pues Obama es un insignificante enano al lado de Martin Luther King por ejemplo, podría decirse con justicia. Pero tal comparación es inocua, en la medida que la gran mayoría de nosotros, más allá de nuestro origen étnico o racial, somos igualmente enanos ante personalidades como Martin Luther King.

Vale la pena preguntarse sin embargo, cual sería la percepción de buena parte de la opinión pública mundial, y que proclamaba con entusiasmo el nombre del senador demócrata de Chicago -Obama- a los cuatro vientos, si el ganador hubiese sido el senador republicano John Sidney McCain, después de todo. Porque muchos admiradores daban por descontado que los estadounidenses pudieran elegir un presidente de raza negra, porque suponían que el prejucio racial del hombre de raza blanca lo impediría. Es decir, si McCain ganaba, no era por mérito propio, sino como supuesto e indirecto beneficiario del racismo.

Ojalá no olviden los historiadores gringos tan pronto la tenacidad y agudeza intelectual de este gran héroe de guerra que es John McCain, y quien dio pruebas suficientes de no querer beneficiarse de una estrategia electoral cualquiera que se basara en algún tipo de discriminación. De esta manera McCain rechazaría el apoyo de congresistas de su propio partido o líderes religiosos que intentaren convencer a los votantes indecisos mediante estratagemas de odio. Pero claro que la ausencia de prejuicio racial en McCain, y su lucha por la no discriminación, se basa en razones no muy diferentes a las del ahora presidente electo Obama, pues si bien McCain claramente no es de raza negra, si lo es su hija menor adoptada, Bridget de Bangladesh.

Y la tal libertad de expresión, bueno, esa ahora corre por cuenta del "cuarto poder", o sea los grandes medios de comunicación -como siempre- y las donaciones de las grandes corporaciones, que son un poco la misma vaina. Será por eso que Obama recolectara y gastara el doble de dinero para su campaña en todo tipo de mercadeo publicitario que McCain. Y también será por eso que el prestigioso semanario TIMES no permitiera en cambio al senador McCain publicar su opinión personal sobre las presuntas debilidades y contradicciones de Obama en cuanto al tema de Iraq y la seguridad nacional, para refutar palabras de Obama publicadas allí precisamente.

La discriminación tiene muchos matices. Martin Luther King lo sabía, Abraham Lincoln también, Kofi Annan lo sabe, lo se yo, lo saben mis lectores, supongo. Ojalá Obama lo entienda también, y realmente haga algo al respecto. Hacer, no hablar. Ojalá tenga éxito en el intento de redistribuir la riqueza y atraer la inversión de capital en empresas generadoras de empleo, para que se acabe la desigualdad social, una de las fuentes de la discriminación más visibles en esta era norteamericana. Ojalá luche contra la discriminación de las personas de la tercera edad, y sepa reconocer en ellos la grandeza y valor moral, representada en su contrincante precisamente, un honorable veterano de Vietnam. Ojalá reconozca en países como Colombia un aliado leal y un socio estratégico, no un patio trasero más donde desahogarse, como durante su campaña electoral.

Ojalá sea quien dice ser.